Las finanzas en el hogar


Estudio 12

Discipulado familiar

Texto base: Lv.1:14,15; 1º. Cr. 29:11-14; Mt. 20:1-14; Hech. 20:33-35; Ef. 4:28


Como dice Guillermo Taylor:

“Pocas cosas provocan tanta tensión en el matrimonio y la familia como el problema de las finanzas, y pocas cosas prueban tanto nuestra verdadera espiritualidad como el uso del dinero”.

Las diferencias de opinión que se traen al matrimonio respecto al dinero y su uso impiden una unidad profunda, y con frecuencia son raíz de conflictos matrimoniales y familiares serios. De aquí la inmensa necesidad que tenemos como matrimonios de afinar nuestras diversas opiniones respecto a los bienes materiales a la nota calibrante de la bendita palabra de Dios. Por lo que, nuestro enfoque del tema debe empezar con el concepto bíblico de los bienes materiales.

1. Lo Que La Biblia Enseña Sobre Las Finanzas

La Palabra enseña que para obtener una perspectiva correcta de lo que verdaderamente son los bienes materiales, hay que establecer una relación correcta con Dios:

1.1.         Lucas 1:14-15 nos habla de una relación de esencia con Dios, opuesta a lo que generalmente conocemos como relación de conveniencia (“Si me das lo que te pido, te sirvo; si no, no te sirvo”).

1.2.        En esta relación de esencia. Dios se convierte en la fuente única fuente de satisfacción personal

1.3.        La relación se toma en un estado físico, mental, emocional y espiritual de dependencia de Dios.

1.4.        Y entonces, este es el punto de partida para una relación correcta con los bienes materiales en general, y el dinero en particular.

2. Enseguida, La Palabra Enseña Que La Fuentes De Todo Lo Que Es Bendición Material Es Precisamente Dios (1ª. Crónicas 29:11-14).

2.1.        La declaración del vr. 12 se da en un contexto de alabanzas a Dios donde se le reconoce como creador y soberano absoluto.

2.2.        Como creador, los bienes materiales fueron creados por Él, y todo lo que Dios ha creado es bueno y perfecto.

2.3.        Como soberano, todo procede de Él y es controlado por Él. Lo material, entonces, nos ha sido confiado por Él que es Señor de todo.

2.4. Por lo tanto, como discípulos de Cristo no podemos asumir una actitud monástica ni gnóstica hacia los bienes materiales. Lo material es bueno si se usa de acuerdo al plan y voluntad de Dios.

3. Luego Pablo, De Una Manera Muy Elocuente, Establece El Propósito Que En La Vida Del Hijo De Dios Tienen Los Bienes Materiales  (Hech. 20:34-35 Y Efesios 4:28)

3.1.        En Hechos Pablo establece la forma de obtenerlos y su propósito:

La forma es el trabajo duro y honesto como Pablo con su ejemplo nos ha enseñado.

El propósito es doble y es claro: Suplir las necesidades personales y servir a los demás.

3.2.        En Efesios Pablo habla del origen de esta nueva actitud hacia los bienes materiales, y otra vez, repite su propósito. El origen es " el nuevo nacimiento " o regeneración”. Se dice que hay que dejar " el viejo hombre" que hurtaba para sí. Ahora hay que trabajar para dar. El propósito es otra vez, servir.

4. La Palabra continúa hablándonos de la actitud que el discípulo de Cristo debe sostener frente a los bienes materiales (Mt. 20:1-14). La enseñanza se nos presenta por medio de un caso en el que se establece el contraste vergonzoso entre la actitud asalariada y la actitud mayordoma.

4.1. La actitud asalariada está representada por los obreros que entran a trabajar a las 6:00 de la mañana. Convinieron legalísticamente en un contrato. Es decir, contrataron las condiciones y los resultados de su experiencia. Fijaron en su mente que sufrirían el rigor de doce horas intensas de trabajo bajo el agobio del sol y que al final de jornada les estaña esperando un denario, y eso era todo. Consecuentemente, el resentimiento y la envidia alimentaron sus vidas de principio a fin, y como un trágico corolario, perdieron la verdadera recompensa: el gozo de servir.

4.2.       La actitud mayordoma está representada por los que entran a trabajar a las 5:00 de la tarde. No contratan condiciones ni resultados porque es ya tan tarde que no esperan recibir algo, sólo la satisfacción de ser y sentirse útiles, y eso se convierte en su motivación. Consecuentemente, obtienen la verdadera recompensa: el gozo de servir. El resultado es que al final de la jornada, reciben la bendición material que es la satisfacción de sus necesidades materiales, pero que no buscaban como la esencia de su razón de ser en la vida.

4.3.       Lo anterior nos enseña que la relación correcta que Dios espera que mantengamos con los bienes materiales es una relación de independencia, uso y control. De independencia porque jamás debemos ser controlados por ellos al grado de que se conviertan en nuestro objetivo primario. De uso y control porque debemos ejercer dominio sobre ellos, usándolos de acuerdo a la actitud, propósitos y voluntad de Dios.

 

El Concepto Bíblico De La Prosperidad

La Palabra de Dios enfoca la prosperidad como algo integral que va de acuerdo a la naturaleza de Dios, y no a la forma natural de ser del hombre.

·       Existe un concepto de prosperidad muy atractivo que ha sido puesto de moda por algunos grupos cristianos que usan la prosperidad material como bandera, y que bien analizado el concepto, podría ser definido algo así como, 'prosperidad es la elevación del ser humano por encima de las circunstancias mundanas de debilidad, vulnerabilidad, dolor, temor, sufrimiento y pobreza para que todo lo agradable como es salud, felicidad, buena reputación, prestigio, poder y abundancia de recursos materiales le acompañen todos los días de su vida.  Nos preguntamos, ¿a quién de nosotros no le parecería atractiva esta enseñanza? A todos, por supuesto. Sin embargo, la enseñanza integral de las Escrituras no parece ser esa.

·       La Biblia enseña ciertamente que de Dios son el oro y la plata, la salud, la vida y todas cosas buenas aquí sobre la tierra. Pero es clara la enseñanza de que nada de esto fue diseñado por Dios para nuestra indulgencia, sino como un instrumento independiente de Su poder y de Su gracia para la formación de Su carácter en nosotros.

 

Por eso, el concepto bíblico de la prosperidad empieza, como ya lo apuntamos, con lo que es nuestra relación con Dios. La salvación por la fe en Jesucristo es reconciliación total. Al ser salvos, la justicia de Dios comienza a llegar a todas las áreas de nuestra vida: Se origina la relación con Dios, la relación con nosotros mismos se endereza, la relación con los demás se corrige y nuestra relación con la creación natural y general de Dios es alineada. Al triunfar la justicia de Dios en todas estas áreas de nuestra vida, se da la prosperidad porque la prosperidad de Dios es, "el triunfo de la justicia de dios en la vida del hombre y en sus relaciones. Este triunfo es el cumplimiento de voluntad de Dios en el (Salmo 1:1-3).

Siempre que la Biblia habla de prosperidad, esa prosperidad es un resultado directo del sometimiento integral a Dios. La promesa de prosperidad de Deuteronomio 28:1-14 está condicionada al v. 1:

"Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios para guardar y poner por obra todos sus mandamientos...."

Ahora bien, ¿Cuál es Su mandamiento al que debemos someternos en lo que tiene que ver con las necesidades y los bienes materiales? "Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas " (Mateo 6:33). Este mandamiento se divide en dos partes principales: "Su Reino y su Justicia". Este reino y esta justicia demandan que: 

a.       Entendamos el propósito de divino de los bienes materiales (Hech. 20:34-35)

b.      Tengamos la actitud mayordoma hacia ellos (Mt. 20:1-4)

c.       Nuestra relación con ellos sea de independencia y control (Mt. 3:4; Lc. 18:18.25)

·       “Y todas estas cosas os serán añadidas” significa que como resultado de lo anterior, la prosperidad de Dios vendrá a nosotros, que al ser el triunfo de su justicia, se traduce en la provisión de Dios para nuestras necesidades, primero eternas, luego temporales.

·       De este maravilloso mandamiento se desprenden los siguientes principios conclusivos:                                                                              

 Nunca en el Reino, la meta del hijo de Dios es procurar primero las añadiduras ( 1 Tim. 6:6-10)

 Al darnos en reconciliación y procuración del reino de Dios y su justicia, recibimos de Dios todo lo que necesitamos. Pero nuestra motivación al darnos, no es el recibir, sino la gloria de Dios y la bendición de los demás ( Hechos 20:35; Mateo 20:1-14 y Lucas 6:27-36).

La bendición espiritual superior está en el dar, y no en el recibir ( Hechos 20:35)

Debido a que la prosperidad de Dios es la provisión de nuestras necesidades, eternas primero y luego temporales, con mucha frecuencia la escasez de bienes temporales es la provisión de Dios a nuestras necesidades eternas. Esto es, Dios en acción usando el sufrimiento para formar a su Hijos Jesucristo en nosotros.

Conclusión

El significado espiritual del Diezmo muy bien resume, en conclusión, lo que Dios espera de nosotros en nuestra relación con los bienes materiales. El Diezmo fue establecido por Dios antes de la ley ( Gen. 14:20); fue confirmado por Cristo en Mateo 23:3 y es, por tanto, un recordatorio permanente y práctico de que los bienes materiales son buenos y pertenecen a Dios; El nos los encarga para que sirvamos a los demás, y en el proceso de servir, satisfagamos nuestras necesidades materiales y aprendamos a administrar los bienes espirituales. El Diezmo es nuestro número 10 rendido a los pies del que es Creador y Señor absoluto de todo lo que somos y tenemos.