La sexta palabra de la cruz: Consumado Es



Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

Juan 19:30

Desde aquel alto mirador que es la cruz, Jesús mira otra vez. Primero había mirado alrededor suyo, a los que le crucificaban, a su madre y a su discípulo, a los ladrones crucificados juntamente con él. Luego se miró a si mismo, y clamó de sed. Hace un momento le vimos mirando al cielo, y clamando su angustia. Ahora le vemos mirando hacia los tiempos idos, hacia el modo en que Dios ha traído a la humanidad hasta este punto, hacia los propósitos eternos de Dios.

Y ahora en esta sexta palabra la cruz es el mirador hacia la eternidad. Por fin, desde aquella cruz, Jesús puede mirar al drama de los siglos y exclamar, ¡Consumado es! Consumado es. Al principio, dijo la Palabra, “sea la luz”, y colgó en el cielo lumbreras, el sol para que alumbrase de día, y la luna para que iluminase la noche. Y ahora, cuando la Palabra dice “consumado es”, el sol se oscurece; y, aunque es como si fuera de noche, la luna tampoco brilla.

Consumado es. Todo ese largo camino que la humanidad ha seguido desde que fue expulsada del jardín de las bienaventuranzas; todas esas idas y venidas, todas esas vueltas y revueltas, llegan ahora a su fin, porque el Camino, el único camino de vida, cuelga en la cruz, con los brazos abiertos porque es Camino abierto a todos los mortales.

Pero lo cierto es que sí hay camino. Hay un solo Camino. Hay el Camino que es consumación de todos los caminos. Y ese Camino, con los brazos abiertos en la cruz, dice: “Consumado es.” Consumado es. Todas esas dudas, toda esa búsqueda que la humanidad ha seguido, siempre en pos de la verdad, sin saber dónde está ni qué es la verdad, llegan ahora a su consumación.

“¿Qué es la verdad?”, le preguntó Poncio Pilato a Jesús. Y el poeta escéptico dijo: Filósofos que en el mundo buscáis lo cierto, ¡apartad! Si existe, está la verdad dentro de un pozo profundo.

Pero lo cierto es que sí hay verdad, y que la verdad no está ni bajo un pozo profundo ni al fin de una larga búsqueda filosófica o intelectual. La Verdad, la Verdad eterna de la cuál cuelgan todas las otras verdades, cuelga de la cruz. Y desde la cruz dice: “consumado es”. Consumado es. Esta vida que no parece tener sentido, porque no es sino marcha hacia la muerte, encuentra por fin su meta y su propósito. Consumado es. Así como la muerte entró por el árbol de la desobediencia, así entra la vida por el árbol de la cruz. Consumado es. Así como de la roca de Horeb brotó agua para darle vida el pueblo de Israel, así de la Roca de la Eternidad brotan agua y sangre para darle vida eterna al pueblo de Dios.

Consumado es, porque de aquel patíbulo, instrumento de muerte, cuelga la Vida. Consumado es, porque aunque parezca que la vida se muere, es la muerte la que ha de morir gracias a esa cruz y gracias a ese momento.

Consumado es, porque quien cuelga de aquella cruz es el único que puede decir, “Yo soy el camino, la verdad, y la vida”.

Y, porque desde la cruz Jesús pudo decir “consumado es”, consumadas son también nuestras esperanzas, nuestras agonías, nuestros dolores. Nuestra vida está completa. No tenemos que completarla nosotros. Como dice el apóstol, nuestra vida está escondida con Cristo en Dios; y cuando Cristo, nuestra vida, se manifestare, entonces nosotros también seremos manifestados con él en gloria”. (Colosenses 3:3-4) Lo que Cristo consumó en la cruz fue el cumplimiento de los planes de Dios. Y fue también el cumplimiento de nuestras vidas individuales. Porque Jesús desde la cruz dijo “consumado es”, consumada es también mi vida, de modo que ya no tengo que vivir angustiado sobre si he hecho o no lo que debería de haber hecho, si he completado y consumado lo que Dios me puso por delante. Mi vida está completa, sea que viva mil años o cinco segundos. Está completa; está consumada, porque mi Señor, quien por mí colgó del madero, dijo por sí y por mí también dijo: “consumado es”.

Devocional tomado del texto: “Retazos teológicos; Escritos inéditos de Justo L. González.” Página 59-62.

Puntos sugeridos para orar:

Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe hacia la gratitud, donde logremos entender y valorar que nuestra vida verdaderamente está completa en Dios. Reflexionemos, y expresemos a Jesús las áreas de nuestra vida que Él ha completado con su amor.

Adoremos a Cristo porque nos abrió la puerta hacia la vida eterna. Porque no estamos perdidos, sino que hemos sido hallados para la vida eterna. Adoremos porque tenemos una vida de propósito en Jesús.