Simón Pedro le preguntó: Señor, ¿adónde vas? Y Jesús le contestó: Ahora no puedes venir conmigo, pero me seguirás después. ¿Pero por qué no puedo ir ahora, Señor? -le preguntó-. Estoy dispuesto a morir por ti ¿Morir por mí? -le contestó Jesús. “Pedro, te digo la verdad, mañana por la mañana, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces.”
Juan 13: 36-38 (NTV)
¿Alguna vez te ha tocado realizar alguna tarea durante varias horas a pleno rayo del sol? En los últimos años, el clima parece ser cada vez más extremo en muchos lugares del mundo, ocasionando que los días más calurosos sean cada vez más difíciles de enfrentar. Aún más para las personas que se encuentran ante la necesidad, o ante el reto, de trabajar a pleno rayo del sol.
En los días mas calurosos, es posible que empecemos la jornada con la mejor actitud posible; podemos prepararnos con agua, con un buen sombrero o gorra, con la ropa más adecuada, etc. Pero aún así, incluso a la sombra, en los días más calurosos, resulta muy difícil finalizar las jornadas, ¿no es así? Podemos ser muy valientes para enfrentar el calor a pleno rayo del sol, pero llega la hora en la que sentimos que no podemos más.
Muchas veces, como creyentes, así es exactamente como nos sentimos cuando atravesamos por pruebas y los grandes retos de la vida. En Juan 13, Jesús intentaba preparar a Simón Pedro para las fieras pruebas que estaba por afrontar cuando arrestaran a Jesús, y de pronto, con mucho arrojo, Pedro le dijo al Señor: “Estoy dispuesto a morir por ti”. Pero solo Jesús sabía que, cuando la verdadera prueba llegara, Pedro negaría que lo conocía.
Nosotros también, muchas veces en la vida, tendremos que dar pasos firmes para permanecer en Cristo en medio de las pruebas, y tal vez llegaremos a sentir que el calor es demasiado intenso para soportar, y que el descanso no aparece a la vista; pero habiendo soportado las pruebas en carne propia, el propio apóstol Pedro nos dice en la palabra de Dios que las pruebas no son ninguna cosa extraña, o alguna ocurrencia de Dios que quiera destruirnos (1 Pedro 4: 12-13). En otras palabras, las fieras pruebas por las que cruzamos como creyentes no están diseñadas para consumirnos, sino que tienen la intención de Dios para edificarnos y prepararnos para llegar a ser todo lo que Dios quiere que seamos en la vida.
Lo escribe así el apóstol Pedro: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuánto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.” (1 Pedro 4: 12-13)
Cuando estamos entre las llamas de la prueba podemos llegar a sentirnos muy incómodos, pero muchas veces es absolutamente necesario soportar, y permitir que Dios termine su obra en nosotros, y a través de nosotros, porque todo lo que Pedro enfrentó lo convirtió en una mejor persona, un mejor discípulo, y un mejor testigo de Cristo.
Filipenses 1:6 dice: “que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”
Puntos sugeridos para orar:
Oremos primeramente por todos nuestros hermanos en la fe que están atravesando pruebas por la enfermedad. Pidámosle a Dios que, en medio del calor ardiente de esta prueba, ellos puedan experimentar paz, descanso, confianza, y gozo, en la presencia de Dios. Y que puedan soportar hasta que termine la prueba, porque Dios tiene mejores propósitos para ellos.
Oremos para que pronto puedan ver la victoria. Aunque Pedro negó al Señor, Jesús también le había dicho: “me seguirás después”, así que aunque estemos luchando por mantener la fe en medio de las pruebas, pidámosle a Dios que nos llene de la esperanza segura de que hemos de seguirle hasta la eternidad porque Él nos ha llamado.
Adoremos a Cristo, porque el siempre tiene la autoridad final, y el control de todas las cosas. Y pidámosle que a todos nos llene del gozo de la salvación, aún en medio de las pruebas más difíciles.