Anclados Con Gratitud



Devocional 17

“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.”

Hebreos 12: 28-29

 

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente. El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.” 

Hebreos 13: 5-6

 

Los hermanos Hebreos, a los cuales se les escribió esta carta, estaban experimentando rechazo y persecución por causa de seguir a Cristo. Situaciones muy complicadas para cualquier ser humano. Esto estaba ocasionando que muchos de los hermanos Hebreos  se olvidaran de una de las principales anclas que necesitamos para agradar a Dios: El ancla de la Gratitud.

 

Las temporadas difíciles en nuestra vida pueden causar que dejemos de valorar las cosas que hemos recibido por la gracia de Dios. Cuando sentimos que necesitamos, o nos gustaría tener, ciertas cosas  en nuestra vida, nuestro corazón llega a olvidar que todo lo que tenemos lo hemos recibido por la gracia y la misericordia de Dios, y que ya hemos recibido grandes bendiciones por medio de Jesús. Más que decir “gracias”, la gratitud es la actitud de disfrutar de lo que sí tenemos hoy, sin estar pensando en lo que nos falta o nos gustaría tener.

Por supuesto que hay necesidades básicas que muchas veces no sabemos como vamos a suplir, pero bajo ninguna circunstancia debemos perder una actitud de gratitud para con Dios. Filipenses 4:6 nos dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” Cualquier cosa que necesites, por trivial que pueda parecer, o por muy difícil que sea, puedes pedírsela con confianza al Señor, pero siempre manteniendo una actitud de reverencia, de profundo respeto, y sobre todo de gratitud.

 

Pero hay una gratitud que debe reinar en nuestro corazón por sobre todas las cosas. Y es la gratitud de tener una comunión viva con Dios por medio de Jesús. La gratitud por nuestra relación con Jesús es el “puente” mediante el cuál nuestra adoración y nuestro servicio llegan a ser agradables para Dios .

Siempre puedes pedirle a Dios que te ayude a comprender, a través de su palabra y de la oración, lo valiosa que es la relación personal que hoy experimentas con Jesús. Y a medida que crezcas en esa comprensión sobrenatural del amor de Dios por ti llegarás a sentir mayor gratitud por la Salvación inconmovible que Dios te ha dado. Y por esa gratitud Dios se agradará de tu servicio y tu adoración. Sírvele a Dios motivado simplemente por la gratitud que sientes por Jesús, y nada más.

 

La gratitud significa estar contentos con lo que tenemos ahora. Pero ese contentamiento solamente se produce cuando llegas a creer y a confiar en que Dios es tu ayudador. Qué Él siempre te sostendrá, y nunca te desamparará.

El contentamiento llega cuando cambiamos la perspectiva de las cosas que tenemos. Es necesario que veas todo lo que tienes como algo que le pertenece a Dios, y que Él te ha “prestado” o te ha “regalado” por su gracia y por su bondad. De tal manera que nuestra perspectiva de las bendiciones que hoy tenemos debe enfocarse diferente.

Cuando pienses en tus recursos económicos, en tu automóvil, en tu casa, en tu ropa, en tus hijos, en tu familia, en tus padres, en tu trabajo, y en todo lo que tienes, reflexiona, y ora así delante de Dios: “Nada de esto es mío. Todo te pertenece a ti, y tú me lo has prestado para bendecirme en este mundo. Gracias por todas estas bendiciones; permíteme disfrutarlas para honrar tu amor. Pero ayúdame para que yo siempre esté consciente que todo es tuyo, y te entregaré sin dolor y sin reservas lo que tú me has dado primero.” Así nacerá el contentamiento en tu vida. Y esta es la oración y la actitud de un corazón verdaderamente agradecido.

 

La verdadera gratitud hacia el Señor va mucho más allá de las palabras. La gratitud es el corazón que se contenta con lo que tiene hoy, sin pensar en lo que le gustaría tener más adelante. La gratitud es el corazón que se desprende sin dolor de todo lo que Dios le pide, porque confía en que Dios es el dueño de todas las cosas, que Dios le ha dado todo lo que tiene, y que Dios es su ayudador y sus sustentador en todo momento. 

 

Anclemos nuestras vidas con verdaderos actos de gratitud hacia Dios.