Devocional 2
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cuál, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.” Hebreos 2:1-4
“Por que de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Juan 3: 16-17
Las tormentas de la vida se levantan para intentar sacudir nuestras creencias, nuestras convicciones, y nuestra fe. Si lo permitimos, cualquier crisis o dificultad buscará apartarnos de la comunión con Cristo, de su palabra eterna, y del rumbo verdadero de la vida.
El autor de la carta de Hebreos les escribió a los cristianos que era necesario que atendieran con mayor diligencia a las cosas que habían oído. -No sea que nos deslicemos-, les dijo. Y cuando usó la expresión “deslizarse” es la misma expresión que se usaba en aquellos días para describir a un barco que no había sido anclado, ni bien amarrado al muelle durante una tormenta. Y que por tal causa, se había perdido o se había destruido.
Qué acertado fue el autor de estos versículos al usar esa expresión, porque creo que todos hemos comprobado en carne propia que las tormentas llegan para sacudirnos, y para hacernos tambalear en la fe. Pero la Salvación que hemos recibido de parte de Cristo es un fundamento tan seguro para el alma que nos hará prevalecer, y nos hará permanecer firmes, estables, e íntegros a pesar de lo grandes que sean las olas de la aflicción. Su Salvación nos preservará, nos restaurará, y nos levantará sobre una roca firme.
Estoy seguro que Cristo ha confirmado su Salvación en tu corazón. El mensaje de amor que Cristo te ofreció, es un mensaje que puedes testificar y respaldar con las cosas que Dios ha hecho en tu vida y en la de tu familia. Sé que hay señales, o prodigios, o diversos milagros, y también regalos que el Espíritu Santo ha derramado sobre ti. Y especialmente durante estos tiempos de tempestad, debemos ser muy diligentes para recordar, y para atesorar las cosas que hemos oído, y que hemos recibido de parte de Jesús.
Pero existe solamente una ancla con la que permaneceremos firmes en Cristo y en su Salvación, y esta ancla se llama: Diligencia.
Me gustó mucho descubrir una definición más amplia de la palabra “diligencia”. Y dice así:
“Diligencia es la virtud con la que se combate la pereza. La diligencia procede del latín “diligere” que significa Amar; de tal manera que la diligencia está motivada por el amor. Es el esmero y el cuidado en ejecutar algo. Una prontitud de hacer algo con gran agilidad tanto interior como exterior. Como toda virtud se trabaja, verdaderamente poniéndola en práctica.”
Mi amado hermano, tu Salvación debe estar motivada únicamente por el amor a Cristo.
Jóvenes: atesorar y cuidar nuestra Salvación debe llevarnos a combatir la pereza en cada aspecto de nuestra vida.
Siervos de Dios: Debemos servir a Dios con todo el esmero, el cuidado en nuestra persona, y la máxima fuerza de nuestra vida.
Iglesia: debemos estar prontos, en el interior y en el exterior, para participar de la Palabra de Dios a través de todas las herramientas que Dios nos ha dado como Iglesia para acercarnos, para oír, y para aprender su enseñanza.
Seamos diligentes para anclarnos a la Salvación que hemos recibido. Para que cuando las tormentas vengan, y arrecien, no perdamos el rumbo, ni la fe, sino que logremos prevalecer juntos como Iglesia. Deseamos de todo corazón que nadie se descuide ni de deslice. Deseamos que nadie se vaya alejando hasta que se entregue a la desobediencia. Deseamos que todos lleguen a amar a Jesús con todo su corazón, y que lo atesoren como el bien más preciado en sus vidas. Así que, con diligencia, con esmero y con amor, busquemos más a Dios y a su Palabra, sirvamos con mas entrega y alegría a Cristo, y estemos atentos para oír el mensaje de Dios en este tiempo.