La Verdadera Fortaleza del Cristiano



“Y (El Señor) me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré mas bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cuál, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” 2ª Corintios 12: 9 y 10

Devocional 15

Serie Segunda de Corintios


El verdadero poder, y la verdadera fortaleza que podemos experimentar como hijos de Dios se encuentra principalmente en la gracia del Señor Jesucristo. La gracia de Dios consiste en que Dios, por medio de Jesucristo, nos brinda a los seres humanos la oportunidad, el regalo, o  la bendición de acercarnos a Dios para recibir la reconciliación y el perdón de nuestros pecados . Ésta oportunidad es un regalo que se recibe en forma gratuita e inmerecida.  La gracia es la fuente, el manantial de todo lo que podemos necesitar en este mundo.

Cuando el apóstol Pablo habla acerca de la gracia en estos versículos, se refiere a este regalo maravilloso de Dios, el cuál debe ser recibido con muchísimo gozo y regocijo por nosotros. Es decir, la gracia, por un lado, es recibir gratuitamente este encuentro de reconciliación y acercamiento con Cristo; y por otro lado, es recibir este regalo con muchísimo gozo y alegría. No hay forma de experimentar la verdadera gracia de Cristo sin que ésta gracia cause en nuestro corazón una alegría desbordante y extraordinaria. El encuentro con la gracia de Dios debe causar en tu corazón un profundo amor por Cristo, que nada pueda superar.

En nuestro caminar cristiano, vendrán algunas temporadas difíciles, en donde solamente la gracia de Dios deberá ser suficiente para  darnos el gozo y la fuerza para salir adelante. Estas etapas pueden tratarse de:  enfermedades inesperadas, o crisis financieras, o persecuciones por causa del evangelio, o tener que lidiar con enemigos que nos afrentan e incomodan constantemente , etc. Y en todas estas situaciones, lo único estable y suficiente que nos va a sacar adelante es la gracia de Dios. Pero la gracia no es simplemente un premio de consolación, como si dijéramos: “ni modo, pobre de mí; Dios es lo único que me queda.” ¡No! No podemos incurrir en el grave error de entender y recibir la gracia de Cristo como un incipiente consuelo. Sino que la gracia que actúa en nosotros es el poder extraordinario de Dios, levantándonos en los días más difíciles, haciendo que sigamos adelante en medio de situaciones complicadas y dolorosas que muchos otros no podrían soportar en circunstancias normales. Y es la fuerza que nos sostendrá, perfeccionará nuestra vida, afirmará nuestro carácter y nuestra confianza hacia el futuro, y nos llevará a servir a Cristo mucho más eficazmente de lo que imaginamos. La gracia en medio de nuestra debilidad es simplemente el poder extraordinario de Cristo actuando en nosotros. No es nuestra fuerza, es la gracia. No es nuestro dominio propio, es la gracia. No es nuestra capacidad, es la gracia. No es nuestro gozo, sino el gozo de Jesús en nuestro corazón. Así que confía en que no lo tienes que resolver tú, sino que el poder de Cristo lo hará por ti, y en ti. Cuando Dios le dijo a Pablo “Bástate mi gracia”, fue en respuesta a una petición especial del apóstol. Pablo le había pedido al Señor que quitara de su vida un “aguijón”, un “emisario de satanás” que lo abofeteaba y le causaba mucho dolor. Existen algunas teorías respecto a esta debilidad del apóstol; pero lo más probable es que se refería al sufrimiento que Pablo estaba experimentando por causa de predicar a Cristo y levantar  iglesias. Posiblemente alguna persona en especial, o varias personas, atacaban y torturaban físicamente al apóstol cuando este se encontraba preso. También es probable que este “aguijón” se tratara de una enfermedad física, que conllevaba algún defecto físico en el aspecto de Pablo, causando dolor emocional. Cualquiera que fuera el caso,  Dios no quitó pronto esta adversidad de la vida de Pablo, sino que utilizó la adversidad para manifestar mejor su poder en la vida del apóstol.  En otras palabras, Dios le dijo a Pablo:

“Puedo usar mejor tu vida, y puedo reflejar mejor mi poder y mi gloria a través de ti, mientras soportes esta aflicción; Alégrate, regocíjate Pablo, porque mi gracia suplirá todo lo que necesites para que salgas de esto. Gózate Pablo, canta alabanzas, porque aunque perdieras la vida, nadie te podrá quitar la seguridad que pronto nos veremos cara a cara, y podrás adorarme por toda la eternidad; así que, bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad.”

 

Aquí es donde brilla mejor el poder de Dios; En medio de tus debilidades. Por lo tanto, cuando camines por enfermedades que no comprendes, o cuando no veas solución a las finanzas en tu casa, recuerda que la gracia de Dios es el gozo de Cristo que quiere sostenerte, fortalecerte, y perfeccionar tu vida.  Alaba a Dios, cántale, alégrate en tu salvación eterna; Pídele a Dios que puedas experimentar su gracia y su poder en medio de tu debilidad.

Ten en cuenta algo mas, Dios nunca se va a molestar cuando le pidas que quite algún “aguijón” de tu vida. No se molestó con Pablo por pedirlo, y tampoco lo hará contigo. Al contrario, Dios quiere que lo busques en oración y que le pidas las cosas, pero al final de tu oración recuerda decirle a Dios:

“Esta es mi petición Señor, pero haz tu voluntad, y no la mía. Te amo, y tu gracia es suficiente para mí; así que ayúdame y enséñame a encontrar fortaleza en tu gracia y en tu poder, estoy seguro que, de una forma u otra, veré tu bondad y tu rostro en esta tierra”.