“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos… para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.“ 2ª Corintios 4: 7, 8, 9, y 11b
Devocional 7
Serie Segunda de Corintios
¿Cómo es posible que el poder de Dios se refleje a través de hombres débiles? ¿Cómo puede ser esta paradoja, de que siendo nosotros tan débiles en muchos aspectos, podamos atesorar el conocimiento de Dios que resplandece en el rostro de Cristo? ¿Por qué razón Dios permite que nosotros, conociendo a Jesús, sigamos atravesando por diversas pruebas y dificultades en este mundo mientras luchamos para servirlo y seguirlo? la razón, y la respuesta esencial del apóstol Pablo ante estas preguntas, es que tenemos el tesoro de conocer personalmente a Dios en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. Todos nosotros, sin importar quién, somos vasos frágiles y débiles.
El apóstol Pablo, siendo una de las personas mas brillantes que han servido a Jesús, gran parte de su vida experimentó debilidades y dificultades. Tropezaba con pecados y con su propia carne; batallaba con dolencias físicas, al igual que muchos de nosotros; tenía muchas dificultades cuando predicaba a Jesús. Pero seguía predicando, seguía respirando, perseveraba en el gozo de Cristo, por una sola razón: valía la pena vivir, para que todas las personas conocieran la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesús, y que todos experimentaran la vida de Cristo en carne propia, y que todos llegaran, junto con él, a la eternidad de una vida abundante; valía la pena seguir creyendo y anunciando las verdades de las que él estaba seguro.
Dios hace y permite todas las cosas con propósito. La objetivo primordial de la vida cristiana es que la imagen de Jesús, la vida misma de Cristo, se refleje a través de ti, cada vez más y más. Y si las dificultades, las debilidades, y el sufrimiento son las herramientas necesarias para que Dios manifieste la vida de Cristo en nosotros, vale la pena.
Vale la pena porque, con tu identidad de hijo de Dios en Cristo, nunca estarás angustiado, nunca estarás desamparado, y nunca serás destruido. Y aún mas, Dios, en medio de todas tus dificultades, manifestará la vida de Cristo en tu carne mortal; Conocerás personalmente su gozo, su fuerza, su paz, su misericordia, su gracia, y todo lo que Dios es, respirando a través de tu carne mortal.
La excelencia de Dios significa “lanzar más allá”; esto quiere decir que el objetivo del poder de Dios actuando sobre tu vida frágil, es lanzarte más allá de lo que tu piensas o imaginas; que la luz de Cristo brille en ti en forma excesiva, superior, y preeminente. Por tanto, no desmayes.
Tengamos el mismo espíritu de fe que tuvo Pablo. Creamos que aquel que resucitó de los muertos al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará delante del Señor juntamente con todos nuestros hermanos en la fe.