Anclados a La Palabra de Dios



Devocional 4

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.”

Hebreos 4: 12-13 

 

“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda… Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”

Salmo 139

 

Una de las grandes anclas que va a sostenernos durante las tormentas en la vida es la Palabra de Dios. La Biblia no es un reglamento, ni un libro de normas para la religión cristiana. La Biblia es la Palabra viva de Dios, y en ella podemos descubrir el conocimiento sobrenatural de Dios haciéndose claro para nosotros. Este conocimiento nos conduce hacia una relación personal y viva con el Señor Jesucristo; una relación eficaz y dinámica que nos transforma progresivamente desde adentro hacia fuera, y nos abre el camino para experimentar el amor y el reposo que Jesús nos ofrece. No hay otro camino para experimentar el descanso para el alma, sino solo su Palabra.

 

Algo que me gusta mucho de este texto de Hebreos es darme cuenta que no hay una sola parte de mi ser que se quede vacía, o sin experimentar la eficacia de Jesucristo trabajando en mí cada vez que leo su Palabra.  Mi alma, mi espíritu, mi cuerpo, mis pensamientos, las intenciones de mi corazón, y todo lo que soy, queda expuesto delante de los ojos de Dios. Y ahí, en la claridad, en la luz de su presencia, puedo ser transformado y renovado por Dios; desde el interior hasta el exterior, Dios me examina, conoce todo lo que estoy viviendo.

Él conoce nuestro carácter, nuestras relaciones personales, nuestro trabajo, nuestras enfermedades, nuestras debilidades, las pruebas y las dificultades familiares que enfrentamos, nuestras crisis económicas, etc. Y por muy complejo que parezca, todo lo que experimentamos en cada momento, encuentra una respuesta, adquiere una perspectiva real, y puede ser transformado por la Palabra de Dios.

 

La Biblia es como una espada que penetra en nuestro ser. No es sencillo ser confrontado con la Palabra de Dios. No es muy agradable darnos cuenta que hay una naturaleza humana dentro de nosotros que combate, y se opone todos los días, a la calma y al reposo que Jesús quiere que experimentemos en medio de la tormenta. Y solamente la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, penetra en tu vida para hacer morir los viejos hábitos, los malos deseos, las malas intenciones, las malas acciones, y todo lo que nos aleja del reposo de Jesús.

 

Este es un tiempo en el que necesitamos exponer nuestra vida diariamente ante la Palabra de Dios. La necesidad de estudiar y leer la Biblia es algo básico que todos debemos satisfacer diariamente.

Su Palabra es la que nos fortalece, espiritual y físicamente; Su Palabra nos consuela cuando estamos abatidos; Su Palabra nos aconseja cuando no sabemos exactamente como actuar; Su Palabra es un deleite que nos alegra y nos da paz; Su Palabra es el ancla que necesitamos tener a la mano todos los días. No podemos atrevernos a querer vivir el cristianismo sin meditar y leer la Biblia todos los días.

Haz preguntas, lee con curiosidad, pídele a Dios en oración que te ayude para comprender mejor su Palabra, y que te de sabiduría y entendimiento para llevar a la vida práctica lo que aprendes y lees. No necesitamos leer mucho tiempo diario, a veces solamente leer un Salmo, o algunos versículos que nos hagan meditar bien, y comprender algo nuevo, será muy eficaz. Apoyémonos en los estudios virtuales de la iglesia durante la semana, y también en los recursos que tenemos en la página de la Iglesia, pero no dejemos de cultivar la lectura de la Biblia todos los días.

 

Finalmente,  debemos permitir que la Palabra de Dios nos cambie progresivamente. De lo contrario, llegará el día cuando nos presentaremos delante de Dios, solos, con nuestras propias obras, y tendremos que rendirle cuenta a Dios de cada una de ellas. La Palabra de Dios es una espada de doble filo, porque te cambiará ahora, o te juzgará después. ¿Cuál de los dos filos queremos experimentar? ¿Ser Cambiados, o ser Juzgados? Hagamos la decisión correcta como iglesia, y dejemos que la Palabra nos transforme juntos en este tiempo de tormenta.