Anclados al Cuerpo de Cristo, La Iglesia



Devocional 3

“Cuídense, hermanos, de que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo. Más bien, mientras dure este “hoy”, anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado. Hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio. Como se acaba de decir: -Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón…-”    Hebreos 3: 12-15 (NVI) 

 

“Venid, aclamemos alegremente a Jehová; Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; Aclamémosle con cánticos. Porque Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano están las profundidades de la tierra. Y las alturas de los montes son suyas. Suyo también el mar, pues él lo hizo; Y sus manos formaron la tierra seca. Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque Él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestro corazón…”   Salmo 95: 1-8

 

 

Somos la casa de Dios. Somos participantes de Cristo dentro de una comunidad local, una iglesia, y un solo cuerpo. Y el objetivo final que Dios ha puesto delante de nuestros ojos es este: Que en medio de las tormentas, logremos retener firme, hasta el fin, la confianza y la esperanza en Cristo.

Sería muy edificante que puedas memorizar en tu mente y en tu corazón este llamado definitivo de parte de Dios: “Somos la casa de Dios, somos parte de Cristo, siempre y cuando retengamos firme hasta el fin la confianza y la esperanza en Jesús.”

 

No es fácil retener la confianza cuando sentimos que el barco se está hundiendo. Sin embargo, Dios ha provisto una casa, un lugar al cuál podemos acudir para anclar unánimes nuestras convicciones. Y este lugar es el cuerpo de Cristo, la iglesia. La iglesia no es meramente un edificio o un templo físico; es más bien, el corazón de cada creyente, unidos en espíritu por medio de la fe en el Nombre de Jesucristo.

Como el cuerpo de Cristo, podemos adorar y alabar juntos el Nombre del único Dios que hizo los cielos, la tierra, y el mar. Él es la roca de nuestra salvación. La alabanza y la adoración a Dios (en las múltiples formas en que podemos expresarlas), son el ancla con la cuál podremos retener la confianza en Cristo hasta el final.

 

Aquí enlistamos algunos puntos prácticos de lo que significa el Cuerpo de Cristo, con el fin de que puedas comprenderlo mejor, unirte, y participar en forma dinámica de la adoración de la Iglesia:

 

  1.   El cuerpo de Cristo es mucho más que tener una sola experiencia con Dios. No nos conformaremos nunca con tener una o dos experiencias de adoración, porque llegar a ser parte de Cristo implica mantenerse firme en la fe aún en los días más difíciles. Y eso requiere  adorar a Dios y obedecerlo con todo lo que somos, todos los días de nuestra vida. 

 

  1. El cuerpo de Cristo nos protege de la incredulidad y del pecado. 1ª Pedro 4:8 dice: “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.” El constante aliento, dentro de una relación de cuidado fraternal, nos ayuda a mantenernos fieles.

 

  1. El cuerpo de Cristo existe para animarnos unos a otros. Debemos alentarnos con las promesas y la palabra de Dios unos a otros. Debemos exhortarnos y advertirnos, con amor y paciencia, unos a otros.

 

  1. El cuerpo de Cristo es el lugar en donde, unidos,  somos llenos del Espíritu de Dios, para recobrar fuerza y amor. Efesios 5: 18 dice: “no se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu. Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con todo el corazón, dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”

 

  1. Finalmente, el cuerpo de Cristo es el lugar espiritual en donde podremos experimentar el reposo de Dios. Ese reposo significa un descanso verdadero para tu alma. Es en el cuerpo de Cristo en donde podemos anhelar juntos el día en que Cristo vuelva por la iglesia, y creemos con un corazón expectante y gozoso que estaremos en nuestro hogar celestial, que es mucho mejor que lo que tenemos en este mundo. Esa esperanza es el verdadero reposo del alma.

 

Dios nos llama a vivir la fe “hoy”. La fe cristiana es una fe para el presente, “ahora”. Claro que es valioso lo que Dios hizo en el pasado porque es la base de nuestro testimonio; y es muy esperanzador creer en lo que Dios hará en el futuro, pero nada puede sustituir a la fe que se expresa “ahora”; hoy, en este mismo momento. Dios nos llama para escuchar su voz hoy; para adorarle hoy. Para anclar nuestra vida al cuerpo de Cristo hoy. Para cantarle hoy. Para orar hoy.

 

Deseamos de todo corazón que nadie se endurezca por el engaño del pecado. Que nadie se enfríe, ni se aparte de la comunión con la iglesia. Deseamos que nadie tenga un corazón incrédulo para Dios. Deseamos que nadie esté metido en la autocompasión, pensando que nadie se ha ocupado de él o de ella, sino que más bien todos nos ofrezcamos para animar a alguien que esté a nuestro lado hoy. Que podamos expresarnos el amor de Cristo en una amistad sana que cultive la adoración a Dios.

Busca sumarte a algún grupo de enseñanza, de oración, o de adoración. Busca adorar y cantar a Dios junto con tu familia durante los servicios dominicales. Vamos a retener juntos nuestra confianza hasta el final