El programa de protección de testigos.



A ustedes yo les enviaré al Abogado Defensor, el Espíritu de verdad. Él vendrá del Padre y dará testimonio acerca de mí. 

Juan 15: 26 (NTV)

¿Has escuchado hablar del “programa de protección de testigos” en Estados Unidos? Quizá lo hemos escuchado en algunos programas de televisión o películas. 

Con el gran número de crímenes que ocurren, los testigos son llamados a testificar en ciertos casos. Como resultado, el programa de protección de testigos se ofrece para quienes están dispuestos a testificar, a pesar de los riesgos que esto implique. 

Muchas personas han presenciado horrendos crímenes o injusticias, y ahora tienen la evidencia para que el sistema de justicia pueda perseguir a los perpetradores. Estos testigos frecuentemente son resguardados en algún lugar seguro hasta el día en que pueden presentar su testimonio, o su evidencia, delante de un juez, o una corte. Como resultado, la vida entera de dichos testigos se ve sometida a transformaciones radicales

Estos testigos no solamente son reubicados en nuevos domicilios confidenciales, sino que también, muchas veces, se les prohíbe mantener contacto y comunicación con sus seres queridos, con el fin de que permanezcan seguros. Y como si esto fuera poco, muchas veces se les asignan nuevos nombres e identidades hasta que el delincuente es capturado y presentado ante la justicia. 

En forma similar, en nuestro caminar con Cristo en la fe, nuestro enemigo el diablo no quiere que nosotros testifiquemos las Buenas Noticias del Evangelio de nuestro amoroso y fiel Dios. 

El enemigo hace todo lo que está a su alcance para mantenernos callados, en silencio, porque él sabe que una vez que empezamos a esparcir la semilla de la palabra de Dios, o a declarar la verdad, la salvación comenzará a extenderse como un fuego incontenible. Por ello es que él intenta mantenernos atados y enredados en nuestro propio estilo de vida, y enfocados en nosotros mismos, de tal manera que no avancemos con nuestros testimonios y con nuestras declaraciones de la bondad, de la gracia, y del favor de Dios hacia nosotros. 

Pero no hay razón para estar preocupados porque tenemos un remedio. Por medio de la sangre derramada de Cristo Jesús nosotros nos sometemos a una transformación radical mientras depositamos completamente nuestra fe y nuestra confianza en Él. 2ª Corintios 5:17 nos dice: “Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡Una nueva vida ha comenzado!”. Y en este punto hemos recibido ambas cosas: una naturaleza nueva, y un nombre nuevo; Y las cosas que pertenecían a nuestro estilo de vida anterior ya no tienen poder ni importancia porque efectivamente nos hemos convertido en testigos de nuestro Dios por medio de Cristo. 

Como sus testigos, Dios provee para nosotros protección y cobertura por la vía de nuestro defensor, nuestro protector, nuestro consolador – el Espíritu Santoquien nos reviste de poder para declarar la palabra de Dios (Hechos 1:8). 

Cuando la verdad se afirma con fe, nadie puede decir nada en su contra. Así que, habla la verdad y no te preocupes porque tu eres un testigo protegido por Dios. Tu y yo estamos en el “programa de protección de testigos” de Dios, por así decirlo. Vamos hacia adelante juntos, es tiempo de testificar. 

Puntos sugeridos para orar: 

Pidámosle a Dios que el nos llene con su poder, junto a toda nuestra iglesia local, para que estemos capacitados para testificar con valor las buenas noticias que hemos vivido. No podemos callar, pero primeramente necesitamos ser más llenos de su Espíritu Santo. 

Pidámosle al Espíritu Santo que nos abra el entendimiento y el corazón, para que tengamos una visión más profunda, más íntima, y más contundente, de la persona de Cristo. Él quiere revelarse, pero somos nosotros los que necesitamos una nueva perspectiva, y un entendimiento renovado. 

Pidámosle a Dios que nos quite cualquier temor, y cualquier egoísmo, con el fin de hablar con valor acerca de lo que Cristo ha hecho en nosotros. Que confiemos y creamos en el poder de la Verdad que es Cristo. Que confiemos en que Dios es quien cuida nuestra espalda todo el tiempo.