Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del lago para esperarlo, pero al ver que caía la noche y que Jesús aún no había vuelto, subieron a la barca y comenzaron a cruzar el lago rumbo a Capernaúm. Poco después, se levantó un viento fuerte sobre ellos y el mar se agitó mucho. Habían remado unos cinco o seis kilómetros cuando de pronto vieron a Jesús caminando sobre el agua en dirección a la barca. Estaban aterrados, pero él exclamó: “No tenga miedo, ¡Yo estoy aquí!”. Entonces lo recibieron con entusiasmo en la barca, ¡y enseguida llegaron a su destino”.
Juan 6:16-21
En el evangelio de Juan capítulo seis, Jesús permitió que sus discípulos se encausaran en un viaje hacia el otro lado del mar de Galilea en una barca. Jesús permitió que ellos se adelantaran, y Él los alcanzaría después. Durante el viaje hacia la otra costa, los discípulos se encontraron con una violenta tormenta cuyos vientos sacudían la barca de un lado a otro con los discípulos abordo abatidos de temor.
En medio del tumulto, una figura, con la forma de un hombre, comenzó a emerger en medio de la tormenta. Era Jesús, su Maestro y Salvador, caminando a través de la tormenta, sobre el agua.
Los discípulos comenzaron a preguntarse si lo que veían era real o no, y mientras Jesús continuaba aproximándose se iban tranquilizando al notar que no era ninguna aparición, o un espíritu desconocido, y Jesús los consoló con las palabras: “Yo Soy, No teman”, o “Dejen de tener miedo” (en otras traducciones).
Aunque esta historia esta registrada en otros evangelios, aquí es donde el evangelio de Mateo nos cuenta mas detalles, específicamente respecto a las acciones de Simón Pedro a través de toda la prueba.
Pedro, siendo un poco impulsivo y pronto para hablar como normalmente fue, le dijo a Jesús “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.” (Mateo 14:28) Y Jesús le respondió: “Ven”.
Entonces Pedro se bajó de la barca y empezó a caminar hacia Jesús con la mirada firmemente fija en Él. Sin embargo, mientras la tormenta continuaba agitándose alrededor de ellos, y mientras Pedro comenzó a percatarse de la violencia del mar y el poder del viento, comenzó a quitar la mirada de Jesús y comenzó a hundirse en el mar.
Muchos consideran este evento como ejemplo para demostrar la falta de fe de parte de Pedro, quien comenzó a perder el enfoque y permitió que su mirada natural lo paralizara. Pero yo quiero remitirme al hecho de que este evento es una gran lección para demostrarnos cómo podemos vencer el temor en nuestra propia vida porque, aunque los demás discípulos también estaban paralizados de miedo, por lo menos Pedro tuvo el valor suficiente de levantarse, bajarse de la barca, y caminar hacia lo desconocido con Cristo. Se bajó de la barca simplemente sobre una palabra de Jesús.
Hoy, hay muchos en el cuerpo de Cristo que, así como los discípulos, permanecen paralizados en la barca y nunca se aventuran para bajarse y avanzar hacia donde está Cristo, mientras Jesús permanece diciéndonos todos los días: “Ven”.
Puntos sugeridos para orar:
Pidamos a Dios que, así como Pedro tuvo el valor para empezar a caminar en medio del caos de la tormenta hacia donde estaba Jesús, nosotros podamos hacer algo diferente en nuestra vida para tener la valentía de empezar a caminar hacia Jesús aún en medio de la etapa oscura que como sociedad estamos viviendo.
Que aprendamos a atesorar, a valorar, y aprender todas las palabras de Jesús escritas en la Biblia, para que en medio de la tormenta encontremos las palabras sobre las cuales podemos hacer un camino firme, aunque sintamos que todo quiere hundirnos. Hay una roca firme, y es la palabra viva y eterna de Dios.