Adoramos a Dios por Medio de la Música



Devocional 3

¿Qué significa adoración?


“Alabad a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza…Todo lo que respira alabe a Jehová. Aleluya.” Salmo 150: 1,2, y 6

“Dice , pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.” Isaías 29: 13

“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” Juan 4: 23-24

“Adoración: Donde Dios no es movido por la calidad de nuestras voces sino por la condición de nuestros corazones”

Chris Tomlin 

Ya hemos mencionado que la adoración se trata menos de una actividad y más de una postura del corazón que mantiene a Dios en la estima más alta. El lugar en donde Dios se ubica en la cumbre de la lista de prioridades de alguien.

Típicamente, nosotros pasamos la mayor parte de nuestro tiempo adorando a Dios por medio de la música. Esto es muy comprensible. Podemos escuchar música en el automóvil, en el gimnasio, o en casa. Claramente, la música es un medio muy popular para adorar al creador.

Adoración es una cita divina con nuestro Dios. Es una expresión extravagante y también es una reservada calma. Es cantar, y también puede ser estar en silencio. Es permanecer en calma y conocer que Él es Dios, y es celebrar con danzas y gritos. No importa el tipo o genero de canción de adoración que estemos cantando. No importa si es del grupo de adoración mas popular del momento o si es un himno escrito en los años 1700, el estilo no es lo que importa – la condición de nuestro corazón es lo que importa.

Cuando acudimos a un servicio de adoración, podemos levantar nuestras manos tan alto como nos sea posible. O incluso podemos adorar de una forma más quieta, con los ojos cerrados. Sin importar si somos físicamente dinámicos o reservadamente humildes, nuestra expresión abundante o nuestra poca expresión facial no nos da el derecho de asumir nada respecto a nadie más. La falta de acción o expresión no significa que exista un vacío interior, así como la abundancia de expresión no significa que seamos súper espirituales. Si nuestras expresiones o acciones son meramente externas, eso no es adoración. Eso es solo demostración.

Adorar se trata menos de desplegar una expresión visible y más acerca de poseer una disposición interior. Una disposición que libera los puños herméticamente apretados, con el fin de abrirlos hacia un Dios que quiere llenarlos con su amor y paz que sobrepasan toda comprensión.  Así que, ya sea que levantemos nuestras manos o caigamos sobre nuestros rostros, nuestra adoración debe surgir desde la postura de un corazón dispuesto para dar alabanza a Dios.

Pero la adoración no es para nosotros. Si nos preguntamos ¿Qué es lo que yo obtengo de todo esto? Entonces hemos perdido el enfoque por completo. ¿Nosotros somos beneficiados cuando adoramos a Dios? Por supuesto. Es posible que estemos experimentando un tiempo de paz o que nos encontremos en el remolino de la devastación. Y cuando adoramos, un consuelo inexplicable y una esperanza nueva son desatados dentro de nuestros espíritus. Este consuelo inexplicable ocurre debido a que la adoración ajusta nuestra mirada, de lo temporal hacia lo eterno.  Las palabras precisas o las frases elocuentes se quedan cortas al describir lo que la adoración puede hacer en nuestro espíritu cuando ofrecemos adoración y acción de gracias cada día, y especialmente en esos días cuando apenas podemos levantar nuestros ojos para ver el horizonte.

Hagamos que la adoración por medio de la música forme parte de nuestra rutina diaria. Llenemos nuestros momentos libres con canciones que nos inciten a adorar a nuestro asombroso Dios. Él siempre es digno de ello.

Reflexiona:

·       Lee el Salmo 150, y decláralo al Señor mientras lo lees.

·       Pasa un poco de tiempo en quietud y silencio, o escucha alguna canción de adoración significativa. Ofrece ese tiempo a Dios.

·       Escribe cualquier revelación que Dios de hable durante este tiempo devocional.