Cantarán de los caminos de Jehová.
Salmo 138:5, RVR 1995
De la pluma de Charles Spurgeon:
Los cristianos comienzan a cantar «de los caminos de Jehová» cuando por primera vez dejan caer sus cargas a los pies de la cruz. Ni siquiera las canciones de los ángeles se escuchan tan dulces como aquella primera canción de éxtasis que sale a borbotones desde lo más profundo del alma de un hijo que Dios ha perdonado. En El progreso del peregrino, John Bunyan (1628-1688) expresa que cuando el pobre peregrino dejó su carga en la cruz, dio tres saltos gigantes y luego siguió su camino cantando:
¡Bendita cruz! ¡Bendita sepultura!
¡Más bien bendito el que murió por mí!
Querido creyente, ¿recuerdas el día en que cayeron tus grillos? ¿Recuerdas el lugar donde Jesús se encontró contigo y dijo: «Con amor eterno te he amado» (Jeremías 31:3); «He disipado tus transgresiones como el rocío, y tus pecados como la bruma de la mañana» (Isaías 44:22) y «ninguna de las transgresiones que [cometiste te] será recordada» (Ezequiel 18:22, RVR 1995)?
¡Oh, qué dulce día es este cuando Jesús quita el dolor del pecado! Sentí tanto gozo cuando el Señor perdonó mi pecado por primera vez, que no pude evitar danzar. De camino a mi hogar desde la casa donde fui liberado, hasta deseaba contarle a las piedras del camino la historia de mi liberación. Mi alma estaba tan llena de gozo que a cada copo de nieve que caía del cielo yo quería hablarle del maravilloso amor de Jesús, quien había quitado los pecados de un rebelde tan terrible.
Sin embargo, no es solo al inicio de la vida cristiana que el creyente tiene razones para cantar. A medida que transcurre la vida descubre nuevas razones para cantar «de los caminos de Jehová». Y a medida que experimentan su amor constante, son llevados a proclamar: «Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán» (Salmo 34:1).
Oh, hermanos ¡hoy mismo «engrandezcan al SEÑOR conmigo»! (Salmo 34:3).
Mientras avanzamos por esta tierra desértica las nuevas misericordias producirán una nueva canción.
PHILIP DODDRIDGE, 1702-1751
De la pluma de Jim Reimann:
Sin dudas, el rey David no era un recién convertido cuando «se puso a bailar ante el SEÑOR con gran entusiasmo» (2 Samuel 6:14). Él se regocijó «cuando el Arca de Jehová llegaba a la ciudad de David» (v. 16, RVR 1995) luego de una larga ausencia. Y no dejó de hacerlo aunque ese fue el motivo por el cual su esposa Mical «sintió por él un profundo desprecio» (v. 16). Él explicó que danzaba ante el «SEÑOR» y luego prosiguió diciendo: «seguiré bailando en presencia del SEÑOR» (v. 21).
Fue David quien escribió nuestro versículo de hoy: «Cantarán de los caminos de Jehová». El mismo salmo también expresa: «SEÑOR, quiero alabarte de todo corazón, y cantarte salmos delante de los dioses. Quiero inclinarme hacia tu santo templo y alabar tu nombre por tu gran amor y fidelidad» (Salmo 138:1-2). Presta atención a las palabras decididas de David.
Padre, que yo tenga la misma actitud de David, para alabarte «con gran entusiasmo» y «de todo corazón», no importa lo que los demás puedan pensar.
Voy a invocar «al SEÑOR, que es digno de alabanza» (Salmo 18:3).