¿Cómo Perdiste tu Comunión con Cristo?



Lo busqué, mas no lo hallé.  (Cantares 3:1, RVR 1995)

 

De la pluma de Charles Spurgeon:

Dime exactamente dónde perdiste tu comunión con Cristo y te diré dónde podrías redescubrirlo. ¿Lo dejaste en el clóset, en lo que consideraste que era una oración sin respuesta? Entonces tu clóset de oración es donde debes buscarlo. ¿Acaso perdiste la comunión con Cristo por culpa del pecado? Entonces la única manera de encontrarlo es abandonar tu pecado y requisar con la ayuda del Espíritu Santo cualquier aspecto de tu vida o tu cuerpo en los que todavía permanezca la lujuria por el pecado. ¿Dejaste a Cristo por desatender las Escrituras? Entonces debes hallarlo en las Escrituras.

El dicho: «Busca lo perdido donde lo hayas perdido porque allí estará» también se aplica en este caso. Por eso, busca a Cristo donde lo hayas dejado, porque él no se ha movido de allí. No obstante, volver en busca de Cristo requiere esforzarse. En El progreso del peregrino, John Bunyan (1628-1688) nos relata que el peregrino descubre que el camino más difícil por el cual transitó es el de regreso a la glorieta de la colina donde se le había caído el pergamino. Viajar treinta kilómetros hacia adelante siempre será más sencillo que tener que regresar aunque solo sea un par de kilómetros. Por lo tanto, una vez que descubres a tu Maestro, tienes que ser muy cuidadoso. Debes aferrarte a él.

De nuevo, ¿cómo perdiste tu comunión con Cristo? Uno podría pensar que jamás te separarías de semejante Amigo, cuya presencia es tan dulce, cuyas palabras son tan consoladoras y cuya comunión es tan valiosa. ¿Cómo es posible que no hayas mantenido tus ojos fijos en él a cada segundo, por miedo a perderlo de vista?

Aunque lo hayas dejado partir, qué gran misericordia es que ahora lo estés buscando aunque suspires con dolor: «¡Si supiera dónde hallarlo!» Sigue buscando, porque solo tú sabes cuán peligroso es estar sin la comunión de tu Señor. Sin Cristo eres como una oveja sin pastor, como un árbol sin agua para sus raíces o como una hoja seca y marchita que se lleva un huracán. Te sientes separado del alimento del Árbol de Vida.

Búscalo de todo corazón y lo hallarás. Recuerda que debes someterte por completo a la búsqueda y, al final, con total certeza, lo hallarás para que continúe siendo tu verdadero gozo y deleite.

 

De la pluma de Jim Reimann:

Un buen ejemplo de los pensamientos de Spurgeon de este día es lo que el Señor le dijo a Israel a través del profeta Jeremías durante el cautiverio en Babilonia. Recuerda que, por supuesto, el cautiverio fue el resultado directo de su desobediencia.

«“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes—afirma el SEÑOR, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón. Me dejaré encontrar—afirma el SEÑOR—, y los haré volver del cautiverio. Yo los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los haya dispersado, y los haré volver al lugar del cual los deporté”, afirma el SEÑOR» (Jeremías 29:11-14).

¡Qué Dios tan lleno de gracia tenemos! Siempre está dispuesto a dar la bienvenida a sus hijos descarriados; pero debemos volver en humildad y arrepentimiento.

«Como te has conmovido y humillado ante el SEÑOR al escuchar lo que he anunciado contra este lugar y sus habitantes, que serían asolados y malditos; y como te has rasgado las vestiduras y has llorado en mi presencia, yo te he escuchado. Yo, el SEÑOR, lo afirmo»

(2 REYES 22:19).