Lección 2
Jornada Final del Señor Jesús
Texto básico: Mateo 22: 37-39
4. La Parábola Del Banquete De Bodas (Mt.22:1-14)
“El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo…”
En el contexto del capítulo (21:46) los sacerdotes y los fariseos, al saber que Jesús hablaba de ellos procuraban arrestarlo pero tenían miedo de las multitudes. Pero tras ese pensamiento malvado, el Señor los vuelve a confrontar, ahora con la parábola del banquete de bodas.
La exaltación de los judíos debido a su orgullo religioso, es confrontada mediante esta parábola de la gran cena en el reino de Dios.
La conducta de los fariseos al rechazar el mensaje del reino de los cielos y no reconocer la presencia Mesiánica de Jesús dio origen a dos de las más ilustrativas parábolas del reino de Dios. La parábola de la gran cena tiene su contexto clave en (Mt. 21:46) donde queda claro y manifiesto que el Señor reprueba la exaltación de carácter, y falta de fe entre su pueblo. Por otro lado entrega un mensaje de recompensa al de condición humilde, a los gentiles que reciban y vivan por fe, justa y dignamente. Así mismo también hizo una llamada de atención al círculo elitista judío que menospreciaba y excluía del reino a otros según su propia consideración. Esta tercera parábola fue una advertencia a las autoridades judías. El menosprecio de la invitación del rey al banquete de bodas para su hijo, es decir, del Padre a ser partícipes de la victoria de Jesús, serían juzgados severamente: enviando sus tropas mató a aquellos asesinos y prendió fuego a su ciudad (v. 7). En efecto, esto sucedió en Jerusalén en el año 70 d.C. Unos cuarenta años después de la vida de Jesús y una década antes de que se escribiera Mateo.
Esta parábola puede ser dividida por lo menos en cinco diferentes aspectos:
- Primero: Dios invito a la nación de Israel durante muchos siglos. Los profetas fueron portadores de la primera invitación al predecir la venida del reino de Dios y el Mesías anunciado en las Escrituras. Los primeros invitados representan a la nación de Israel. Durante muchos siglos, los profetas habían estado haciendo la primera invitación (Lc. 13:34), sin embargo ellos no supieron reconocer el tiempo (Luc. 12:56) La parábola establece una semejanza “…a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo” (vr.2) El mensaje no podía ser más claro para estos líderes, el reino fue enviado primero a ellos, “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Jn. 1:11)
- Segundo: Juan Bautista y Cristo habían comenzado a extender la segunda invitación “He aquí, he preparado mi comida” vr. 4. La segunda invitación es un llamado al arrepentimiento; las puertas del reino se abrieron a todo judío que deseara entrar, pero los dirigentes religiosos habían rechazado la invitación a la sabiduría y la cordura (Pr. 9:1-6). La parábola sigue la costumbre oriental de enviar dos invitaciones. La primera es de carácter general, y la segunda es un aviso de que la fiesta ya está preparada. En esta segunda invitación el mensaje fue claro; las puertas del reino quedaban abiertas para los que se arrepintieran. Más tarde los apóstoles seguirían extendiendo esta segunda invitación, pero los judíos los insultarían, los rechazarían y los llevarían hasta la muerte. En este sentido al igual que en la parábola, los ciudadanos de Israel se negaron a entrar en el reino a la fiesta de las bodas.
- Tercero: A través de este rechazo los invitados demostraron una falta total de afecto y lealtad para su rey. En realidad estaban demostrando que lo despreciaban. Además de rechazar la invitación, afrentaron y mataron a los siervos.
- Cuarto: El castigo sobre los malvados. El rey no tardo en castigar a los malos, envío sus ejércitos y dio muerte a los homicidas, y le prendieron fuego a la ciudad. Esto en realidad fue una predicción de Cristo sobre este pueblo lleno de maldad y tinieblas. La predicción de Cristo se cumplió en el año 70 d.C. El general romano Tito Vespasiano invadió con sus tropas la ciudad de Jerusalén, los soldados de Tito incendiaron el templo.
- Quinto: La invitación fue extendida a los rechazados y menospreciados por los líderes religiosos. Al enterarse el rey (que es Dios) del rechazo de sus invitados, hizo una nueva invitación, esta invitación incluye el total de la misión redentora de Dios al mundo “…y las bodas fueron llenas de convidados”. Sin duda alguna estos invitados son los que llegaron después y fueron más distinguidos que los primeros y además fueron vestidos de bodas para entrar en el reino.
- El invitado que no estaba vestido de bodas. El día del juicio, no todos los llamados habrán cumplido con los requisitos para entrar en el reino.“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt. 7: 21)
- Todo aquel que no esté vestido adecuadamente será objeto del juicio de Dios. “Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
5. Tres Preguntas Para Hacer Caer A Jesús
Después de concluidas las parábolas con las que Jesús confrontó a los sacerdotes y los escribas, ellos buscaban hacerle caer en alguna declaración que les diera la oportunidad de aprenderlo.
“Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. “ (vr.15)
Así fueron entrando en escena uno tras otros los distintos grupos de adversarios de Cristo: una delegación del Sanedrín, los discípulos de los fariseos y los herodianos (Mateo 22:15,16); los saduceos (Mateo 22:23); los fariseos y los saduceos (Mateo 22:34) y finalmente los fariseos solos (Mateo 22:41). Enfurecidos porque las parábolas del Señor los habían expuesto al ridículo, sus enemigos trataron de "sorprenderle en alguna palabra"
Pregunta Sobre El Tributo Al César: Mateo 22:15-22.
El hecho de no reconocer la autoridad de Jesús resultó en tres preguntas de sus enemigos para enredarle en alguna palabra (v. 15). Su propósito era menospreciarle a los ojos de la gente y acusarle delante de los romanos. Esta primera pregunta sobre el tributo, que los judíos odiaban y los romanos exigían, lograría ambos fines.
El gobierno romano había gravado a los judíos con un impuesto que cada uno de ellos tenía que pagar anualmente al tesoro imperial. Este tributo era ofensivo para muchos judíos religiosos, porque opinaban que el pago de impuestos a un monarca pagano equivalía a una deslealtad con Dios, que era el verdadero Rey de Israel.
- Los saduceos se resignaban al dominio romano y cumplían sus decretos sin poner objeción; los fariseos se oponían en espíritu pero se sometían. Sin embargo, los zelotes se resistían y hasta se rebelaban contra los romanos (véase Hechos 5:37). Amplios sectores del pueblo sentían indignación contra el tributo, porque les recordaba el dominio pagano al que estaban sometidos.
- Los herodianos y los fariseos, enemigos tradicionales, se unieron para ponerle una trampa a Jesús. Le hicieron la pregunta, creyendo que cualquiera que fuera la respuesta que diera, se metería en apuros. Si contestaba que era lícito dar tributo al César, perdería el apoyo del pueblo, ya que todos lo considerarían partidario de los odiados romanos. Si contestaba que no era lícito pagarlo, entonces los partidarios de la dinastía de Herodes lo denunciarían ante las autoridades romanas y sería detenido por rebeldía contra Roma.
- El Maestro les hizo ver que se daba cuenta de su hipocresía. Las frases con las cuales ellos habían comenzado la conversación no eran sinceras, “Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios…”; ellos no estaban allí para conocer la verdad, sino para poner una trampa a Jesús. Por eso:
- Jesús pidió que le mostraran la moneda del tributo, le entregaron un denario de plata que tenían, el cual llevaba la figura y la inscripción del emperador reinante, eso les daría la respuesta sabía de Cristo.
- Al oír su respuesta, les dio una respuesta sabia: "Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios."
- Sus enemigos se maravillaron y dejándole se fueron.
La Pregunta Sobre La Resurrección (Mt. 22:23-33; Mr. 12:18-27; Lc. 20:27-40)
- Los saduceos sólo aceptaban como inspirado el Pentateuco, y no creían en los milagros, en los ángeles ni en la inmortalidad. Su pregunta estaba basada sobre la ley del levirato, relacionada con el matrimonio (Deuteronomio 25:5, 6). Cuando un hombre casado moría sin haber engendrado hijos, el hermano del difunto u otro pariente cercano suyo tenía la obligación de casarse con la viuda. El propósito era que naciera un hijo, el cual llevaría el apellido del difunto y sería considerado hijo suyo. De esta forma no se extinguiría su nombre. Los saduceos le hicieron la pregunta con el fin de poner en ridículo la doctrina de la resurrección. Es probable que ya hubiesen utilizado este argumento para burlarse de los fariseos, los cuales sostenían que habría una resurrección. Ahora lanzan la misma pregunta a Cristo.
- No obstante, el Señor deshizo de inmediato sus pretensiones, haciéndoles ver que ignoraban tanto el significado de las Escrituras como el poder de Dios. Los saduceos no conocían bien la Torah o Pentateuco, del cual Él les citó las palabras de Éxodo 3:6. En ellas, Jehová habla de sí mismo como el Dios de los tres patriarcas, los cuales habían fallecido hacía muchos años. Puesto que Él se identifica con ello, deben estar todavía vivos en algún sentido, es decir (ellos esperan la resurrección) De no ser así, Jehová sería el "Dios de los muertos".
- También la idea absurda al pensar que la vida celestial será igual a la vida terrena. Tanto las relaciones matrimoniales como la reproducción se limitan a este tiempo sobre la tierra. En palabras de Agustín: "Donde no hay muerte, no hay tampoco nacimientos ni sucesión de hijos." Los creyentes en el cielo serán como los ángeles, que carecen de sexo.
- Finalmente, la doctrina de los saduceos era una negación del poder de Dios. Todavía existe en el mundo la levadura de los saduceos, que es la incredulidad.
La Pregunta Sobre El Gran Mandamiento (Mt. 22:34-40; Mr. 12:28-34)
“Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una”
- Los rabinos de la época de Jesús pasaban mucho tiempo en discusiones sobre el valor relativo de los mandamientos. Trataban de dividirlos en categorías de "leves" y "graves". El escriba de este relato quería saber cuál era el mandamiento mayor en la Ley. La respuesta de Cristo fue contundente, el Maestro los relacionó y equiparó entre sí, combinando el Shemá o credo judío (Deuteronomio 6:4, 5) con Levítico 19:18. “…El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.” (Mr.12:29,30)
- Esto nos enseña que el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables. No se puede amar a Dios sin amar también al prójimo, puesto que este último amor es en realidad una consecuencia del primero.
- El amor debido a Dios es mucho más que un sentimiento. Las palabras "corazón", "alma" y "mente" abarcan todo el ser humano; Indican que el creyente debe amar a Dios con toda su personalidad y con todas sus fuerzas. El término "mente" no se encuentra "en las palabras de Moisés, siendo el Señor mismo quien establece el hermoso concepto de amar a Dios con la inteligencia". Estos dos mandamientos sintetizan todos los deberes del hombre hacia Dios y hacia el prójimo que se encuentran en el Antiguo Testamento, esto es, en "la Ley y los profetas".
El Hijo Y El Señor De David (Mt.23:1-39; Mr.12:38-40; Lc. 20:45-47)
- Para poner fin a esta confrontación, ahora es Jesús quién les presentó una pregunta paradójica que nadie le podía responder palabra, ni nadie se atrevió desde aquel día a preguntarle más (vr. 46). No podían comprender, mucho menos refutar: si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?
- La cuestión acerca del Hijo de David. Los adversarios del Maestro no pudieron atraparlo con sus tres preguntas. Fue entonces cuando Él les hizo a su vez una pregunta a ellos, con el objeto de hacer ver la divinidad del Mesías. Este fue el problema que les planteó: "¿Cómo pudo David hablar del Mesías que habría de venir, llamándolo Hijo y Señor suyo al mismo tiempo?" Sólo la doctrina de la Encarnación del Hijo de Dios, puede dar una solución a esta pregunta. Jesucristo es Dios y hombre al mismo tiempo.
- Los adversarios del Señor quedaron reducidos a silencio y se retiraron derrotados. No pudieron vencerlo en el campo de la discusión. Su próxima manifestación de hostilidad hacía Jesús sería violenta (véase Mateo 26:47).
(CONCLUSIONES)