Anclados a Cristo



Introducción a la serie

“Por lo tanto, los que hemos acudido a Él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros. Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios. Jesús ya entró allí por nosotros. Él ha llegado a ser nuestro eterno Sumo Sacerdote…”   Hebreos 6: 18-20 (NTV)

 

Es tiempo de anclar nuestra vida al único fundamento sólido e inconmovible que es Cristo Jesús. Las tormentas son algo inevitable al navegar en esta vida. Jesús nos enseñó que en este mundo frecuentemente enfrentaríamos aflicciones y persecuciones de todo tipo, pero esas tormentas debemos atravesarlas anclados en la roca firme que es Cristo Jesús.

Dios permite que crucemos diversos conflictos para que lleguemos a descubrir, en una comunión personal con Él, la grandeza de su amor por nosotros y la gran estabilidad que nos dejará maravillados al permanecer firmes y anclados en el cimiento más sólido, que es Jesús. Dimensionar con una nueva perspectiva la grandeza de nuestro Señor Jesucristo al cruzar por las olas de la aflicción nos hará crecer en seguridad, en confianza, en gratitud, y en el propósito que él tiene para nuestra existencia. Todo se trata de descubrir y mantener una comunión íntima y cotidiana con Jesús y con su palabra. 

 

Las tormentas también sirven para que recordemos que en medio de un mundo con tanto sufrimiento, Dios ha llenado nuestra vida con la esperanza de arribar un día a un reino eterno e inconmovible; un reino más seguro que cualquier recurso o cualquier lugar que pudiéramos encontrar en este mundo efímero y transitorio. No pertenecemos aquí. Somos peregrinos, y esta mundo no es permanente. Pero navegamos hacia la ciudad eterna y celestial con Cristo; cruzaremos este mar para llegar a la ciudad del Dios vivo. Y aunque este mundo es transitorio, Dios nos ha puesto aquí y ahora para que hagamos todas las cosas para su gloria y para su honor.

¿Por qué? Porque si es verdad lo que hemos predicado (y estamos convencidos que así es), y Cristo es la verdad más sublime, mas importante, y mas hermosa de todo el universo, entonces la meta, y la labor más digna para todo ser humano es vivir y encontrar toda su plenitud y satisfacción en torno a la gloria y el honor de Jesucristo. Él es nuestra roca, nuestra ancla, y nuestro destino.

 

Anclemos juntos nuestra fe en Jesús. Hagamos de Cristo el centro de nuestra existencia durante este tiempo de tempestad, pero que así continúe durante toda nuestra vida. Es tiempo de colocar a Jesús en el centro de nuestro corazón. Como dijo Juan Bautista: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.” Iglesia, es tiempo de que Cristo ocupe el primer lugar y de que nosotros tengamos cada vez menos importancia. Nunca pensemos que perderemos algo valioso al dejar que Cristo sea el primer lugar en nuestra vida, al contrario. Viviremos verdaderamente felices, confiados al habitar en el refugio de Cristo, y experimentaremos vidas de verdadero propósito y esperanza. Así será para ti y para tu familia si decides anclar tu vida a Cristo.

 

Sigamos juntos durante esta jornada devocional. Cada devocional se enfoca en un aspecto diferente de la persona de Cristo, en el cuál podemos fortalecernos en nuestra comunión  con Él. Seguiremos un recorrido por la epístola a los Hebreos para descubrir lo que los motivaba a ellos para seguir adelante en la fe en Jesús, esperando que nosotros también encontremos nuevas fuerzas para la carrera de la fe.


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