Devocional 4
“Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado…”
Efesios 1: 17-18 (NVI)
“Muchos son los que dicen: ¿Quién puede mostrarnos algún bien? ¡Haz, Señor, que sobre nosotros brille la luz de tu rostro! Tu has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia. En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.”
Salmo 4:6 (NVI)
“Y el Espíritu del Señor reposará sobre él (Jesús): el Espíritu de sabiduría y de entendimiento, el Espíritu de consejo y de poder, el Espíritu de conocimiento y de temor del Señor.”
Isaías 11:2 (NTV)
Así como nadie es capaz de describir la majestad y la inmensidad del mar hasta que lo ves con tus propios ojos, de la misma manera, nadie es capaz de describir la majestad y el amor de Jesús hasta que lo ves con los ojos de tu propio corazón. Hasta que percibes su perdón, la esperanza que fluye de su ser, su amor mas profundo que el mar, y el control absoluto de Jesús sobre cualquier situación y tiempo.
Hace varios siglos, el rey David escribió: “Muchos son los que dicen: ¿Quién puede mostrarnos algún bien?”. Esta es una pregunta que resuena en nuestro interior con mucha frecuencia en la actualidad, tal vez en diversas formas, pero se repite como un eco en las noticias que leemos y escuchamos a diario ¿Quién puede mostrarnos algún bien? O dicho de otra forma ¿Quién puede darnos buenas noticias en medio de tanta pobreza, de tanta violencia, o de tantos desastres? Y muchas veces, nuestros corazones se llenan de desanimo, de desaliento, o de temor.
Pero hay una realidad más grande, que es eterna, y que está llamando a la puerta de nuestro corazón todos los días. Dios, nuestro Padre celestial, quiere hacer resplandecer la luz de su rostro sobre nuestros corazones para darnos alegría; un alegría que rebosa, que fluye del corazón, y que es mayor a la alegría que experimentan aquellos que tienen abundancia de toda clase de bienes.
Cuando el resplandor de la gloria de Dios ilumina el corazón del ser humano, todo su interior se llena de paz y de confianza por medio de Jesús. “En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.” (Salmo 4:8)
El apóstol Pablo le pidió dos cosas a Dios para la iglesia de Éfeso. Pidió que Dios “iluminara los ojos de su corazón para que conocieran, y comprendieran, la esperanza a la que Jesús los había llamado.” Y también pidió que Dios les diera “el Espíritu de sabiduría y de revelación para que pudieran conocer mejor a Dios.”
Ahora, Dios quiere que cada corazón reciba la luz para poder ver, y percibir al Padre celestial, en una forma en la que nadie más podría describirlo o explicarlo para ti.
Con toda su plenitud, el Padre derramó sobre la vida de Jesús un Espíritu de sabiduría y de entendimiento que hoy está dispuesto a derramar sobre el corazón de todos nosotros. El Espíritu de sabiduría y de entendimiento no se trata de “elementos místicos, misteriosos, o extraños”, sino que se trata del Espíritu Santo de Dios, trayendo a tu corazón, y a tu mente, una percepción clara de la inmensidad de Dios, y un entendimiento renovado, aplicable a tu vida cotidiana.
En estos tiempos de oposición, de odio, y de tanta maldad, necesitamos conocer mejor a Dios. Como iglesia, Dios nos está llamando para que actuemos cada día en el poder, y en la autoridad de Jesucristo. Pero es necesario que Dios alumbre los ojos de nuestro corazón para que lo conozcamos mejor. Que vivamos en la esperanza, y en la herencia, del pueblo escogido por Dios. Que nuestros hijos y nuestras generaciones vean en nosotros verdaderos adoradores, para que ellos puedan entrar en una herencia de fe mas grande que la nuestra, porque los tiempos se hacen cada vez más difíciles.
Hoy se necesitan corazones y mentes que aprecien más la inmensidad de las riquezas de conocer a Cristo, y que confíen en el control absoluto de Dios sobre todas las circunstancias. Se necesitan siervos y discípulos de Cristo, llenos de esperanza, porque conocen al Padre en una comunión profunda y personal.
La luz que alumbra el corazón se encuentra en la faz de Jesucristo. Él quiere alumbrar los ojos de tu corazón para que puedas conocerlo mejor, como nadie te lo podría describir. Él quiere darte el Espíritu de sabiduría y de revelación que habita en Cristo. Búscalo con todo tu ser.