SOY HIJO DE DIOS



Devocional 1

“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo. Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor, nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.”

 

Uno de los grandes fundamentos que sostienen el cristianismo es el hecho de poder conocer a Dios en una forma tan cercana y tan personal que podemos llamarle “Padre celestial”. Porque eso es lo que Él es, es nuestro Padre, y nosotros somos sus hijos, y no existe ningún otro camino para  experimentar la bendición tan grande de conocer la paternidad de Dios mas que practicando esta relación personal, de amor y comunión con Él, cada día de tu vida.

 

Jesús fue quien nos abrió la puerta para volver a la paternidad de nuestro Dios. En Mateo 6:9 Jesús dijo “Ustedes deben orar así: Padre nuestro que estás en el cielo: Que todos reconozcan que tú eres el verdadero Dios. Ven y sé nuestro único Rey. Que todos los que viven en la tierra te obedezcan, como te obedecen los que están en el cielo.” (Versión TLA)

 

El reconocido Pastor, y autor de diversas obras de apologética, Ravi Zacharias, escribió lo siguiente: Cuando llamamos a Dios “Padre celestial” estamos reconociendo, por lo menos implícitamente, dos verdades: la cercanía de Dios como Padre celestial, y la soberanía de Dios como el Único que tiene el control absoluto de todas las cosas. Tan pronto como tú empieces a clamar en oración, “Padre celestial”, tú estás reconociendo Su presencia en tu vida. 

 

El gran regalo que Jesús quiere que recibas, si tu lo crees, es la presencia del Padre celestial habitando permanentemente en tu corazón.

El Dios que conocemos y predicamos no es un Dios impersonal, de “masas”, o de un sistema religioso. Él no está interesado en alcanzar cierto número de adeptos. Tampoco se interesa en que tú ocupes solamente una silla en la iglesia cada domingo. Él quiere ocupar el primer lugar en tu corazón, con el único fin de que tú seas bendecido dentro de una relación de Padre – Hijo, y que experimentes su presencia habitando verdaderamente en tu ser.

 

  Si en verdad anhelas, y estás dispuesto a recibir todas las bendiciones espirituales que Jesús quiere darte necesitas afirmar tus pasos y tu corazón en la identidad de “hijo” que Dios ha provisto para ti. Esto es lo que significa ser cristiano: Ser hijo de Dios en una vivencia real, íntima, y personal.

 

No necesitas hacer méritos, pagar indulgencias, o demostrar algo para que Dios te acepte, porque ya eres hijo de Dios por doble derecho, o por “dos caminos”, por decirlo en forma práctica. El camino natural, porque él te creó, te escogió desde antes de la fundación del mundo, te diseñó con la genética de un hijo de Dios que incesantemente buscará los brazos, y la casa, de su Padre celestial, una y otra vez. Pero también eres hijo de Dios por el camino “legal”, porque cuando estábamos lejos, Dios nos adoptó con amor por medio de Cristo. De tal manera que en Jesús tenemos una identidad confirmada dos veces; somos sus hijos por doble derecho. Eres hijo de Dios, y tu corazón no descansará tranquilo hasta que siempre regreses para tener una relación cercana con tu Padre celestial, en su casa, que es tu casa.

 

Lo que necesitamos como iglesia es creer en Dios como nuestro Padre celestial, y acercarnos todos los días delante su presencia con el deseo genuino de honrarlo, amarlo, obedecerlo, y confiar en su control absoluto y soberano sobre todas las circunstancias. Tal como un hijo pequeño confía en su papá.

 

Reflexión y Oración:

  •  En privado, lee la oración que Jesús describió en Mateo 6: 9-15, y mientras lo haces, ora, reconociendo y confesando a Dios como tu “Padre celestial”.
  • Pídele a Jesús que te ayude para que puedas afirmar tu vida en una comunión verdadera y cotidiana con el Padre celestial, para que puedas conocerlo más cada día, y puedas experimentar sus bendiciones espirituales en todo lo que haces.
  • Lee completo Efesios 1: 1-10

 

Efesios 1: 3-6 (NVI)