Reconocieron que habían estado con Jesús.
Hechos 4:13
De la pluma de Charles Spurgeon:
Un cristiano debiera tener un asombroso parecido con Jesucristo. Sin dudas, has leído libros sobre la vida de Cristo que se han escrito hermosa y elocuentemente, pero la mejor vida de Cristo es su biografía viva, escrita en las palabras y las acciones de su pueblo. Si fuéramos lo que decimos ser y lo que en realidad deberíamos ser, seríamos imágenes perfectas de Cristo. Tendríamos un parecido tan asombroso a él que el mundo no tendría que escudriñarnos durante mucho tiempo para luego decir: «Bien, se parece en algo a él».
¡No! Apenas nos vean, exclamarán: «¡Han “estado con Jesús”! Él los ha enseñado y son como él. Son la personificación del santo hombre de Nazaret que transmite su propia vida en la de ellos y en sus acciones cotidianas».
Como cristiano, debes ser valiente y atrevido como Cristo, sin que jamás te sientas avergonzado de tu fe porque tu profesión de fe en él jamás te deshonrará. Debes imitar a Cristo y manifestar un espíritu amoroso, teniendo pensamientos, expresiones y acciones agradables para que la gente diga de ti que has «estado con Jesús».
También imita a Cristo en su santidad. Piensa en el celo que él tiene por su Maestro y luego imita a tu Maestro haciendo siempre el bien, sin desperdiciar jamás el tiempo, porque el tiempo es demasiado precioso para desperdiciarlo. ¿Acaso Cristo se negó a sí mismo? Haz tú lo mismo. ¿Fue ferviente en su devoción al Padre? Entonces sé ferviente en tus oraciones. ¿Se sometía a la voluntad de su Padre? Sométete entonces a él. ¿Fue paciente? Aprende a soportar.
Pero para reflejar la mayor característica de Cristo, anímate a perdonar a tus enemigos como él lo hizo. Permite que estas gloriosas palabras de tu Maestro resuenen para siempre en tus oídos: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34, RVR 1995). Perdona como tú esperas ser perdonado (ver Mateo 6:14) y «amontonarás brasas» (Proverbios 25:22, LBLA) en la cabeza de tu enemigo al manifestarle amabilidad. Recuerda: pagar bien por mal es divino (ver Romanos 12:17). Así que, sé divino.
En todo sentido, vive la vida para que todos digan de ti que has «estado con Jesús».
De la pluma de Jim Reimann:
Hay una trampa muy común que es decir: «Mi vida es un testimonio». Pero con demasiada frecuencia los que dicen esto jamás hablan de su fe, creyendo que es suficiente con llevar una vida de relativa santidad. Sin embargo, Jesús no era solamente el Verbo, la Palabra... sino que ¡la proclamaba!
Todo el día proclamará mi boca tu justicia y tu salvación, aunque es algo que no alcanzo a descifrar. Soberano SEÑOR, relataré tus obras poderosas, y haré memoria de tu justicia, de tu justicia solamente. Tú, oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios. Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido. (SALMO 71:15-18)
Padre, te agradezco porque al final seré «[transformado] según la imagen de [tu] Hijo» (Romanos 8:29), pero que jamás dude en proclamar «todo el propósito de Dios» (Hechos 20:27) y anunciar «de día en día [tu] salvación» (Salmo 96:2, RV95).