Devocional 2
Serie Segunda de Corintios
“Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado… no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en Él; porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” 2ª Corintios 1: 19 y 20
Toda nuestra vida es una toma de decisiones. Decisiones que al final de toda incertidumbre, duda o vacilación, respondemos con un “sí” o con un “no”. En algunos casos, responder “si o no” resulta muy sencillo, pero muchas otras veces es complicado decidirnos para actuar o no actuar; ir o no ir, hacer o no hacer, decir o no decir, comprar o no comprar, etc. ¿Escojo esta carrera o no? ¿Voy a la escuela o mejor trabajo? ¿Me compro esta prenda o mejor aquella? ¿Tomo este proyecto o debo esperar otro? Etc. Y toda nuestra vida se va formando con esta toma de decisiones, que al final de toda situación se resuelven con “sí” o con “no”, quizá con muchos “no lo se” intermedios.
Cuando vivimos siguiendo a Cristo, nuestro corazón se convierte en un campo de batalla en este aspecto. Batallamos con las dudas, la incertidumbre de la vida, e incluso batallamos contra la incredulidad. No siempre estamos seguros si Dios quiere responder nuestras oraciones o perdonar nuestros pecados. A veces no sabemos si veremos la luz al final del túnel. Y otras veces, simplemente nos ponemos a pensar si Dios suplirá comida, abrigo, o casa para el mes que viene.
Tenemos que ser muy sinceros en este aspecto. Estas preguntas surgen, y son normales en la vida de todo ser humano. Aún conociendo a Cristo, constantemente nos cuestionamos. Lo importante es cómo respondemos ante estas preguntas en nuestro corazón y en nuestros pensamientos. Cómo respondemos con nuestras acciones ante esta lucha del corazón que palpita entre “si” y “no”.
El mismo apóstol Pablo no siempre estaba seguro si sus palabras y sus cartas serían recibidas con agrado y disposición de los creyentes en las iglesias a las que les escribía.
Sin embargo, Pablo sabía que Jesucristo jamás tuvo un solo momento de vacilación o de indecisión para salvar a todos los hombres que creyeran en él y le recibieran como el Salvador. Jesucristo siempre dijo “Sí” Padre, haz tu voluntad.
Aunque las cartas de Pablo no eran bien recibidas por algunas personas en las Iglesias, el apóstol estaba seguro que los planes de salvación de parte de Cristo se cumplirían totalmente en aquellos lugares y tiempos, para la gloria de Dios. Hay un pensamiento que dominaba en la mente y el corazón del apóstol Pablo: “Dios es fiel”. El corazón de Dios siempre ha estado abierto para decir “Sí” a todas sus promesas para los hombres.
“Mas, como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es Sí y No… mas ha sido Sí en él.”
Así pensaba Pablo, y esa debe ser nuestra convencida respuesta ante las interrogantes difíciles de la vida. Dios es fiel, Él cumplirá sus promesas. Nunca faltará el sustento en nuestra mesa; nunca nos faltará techo donde habitar; Él guardará nuestra vida y la de nuestros hijos del mal; Él seguirá perdonando cada uno de nuestros pecados y rebeliones; Él guardará nuestra salida y nuestra entrada desde ahora y para siempre, Amén; Nunca estaremos solos. Ciertamente vendrán días de pruebas y tribulaciones, pero aún en esos tiempos debemos permanecer confiados en que las consolaciones de Cristo se multiplicarán para hacernos mas fuertes que lo que somos ahora. La compañía de Cristo se va multiplicando sobre nosotros conforme pasa el tiempo. Seguimos creyendo en Él; esa presencia de Dios es palpable, sublime, deleitosa, y agradable a nuestros sentidos (Salmo 34:8). Pero es necesario que le creamos, y actuemos en la convicción de Cristo cada día. Él es fiel. Digamos “Sí y Amén” a las promesas de Dios.
Jesús es el más grande “Sí” de Dios para nosotros. Es la provisión de Dios, y su respuesta positiva para poder acercarnos a Él; Es la certeza de salvación para todo aquel que cree y se arrepiente; Es la paga por nuestros pecados, y es la promesa de resurrección ya cumplida. ¿Qué podemos perder o temer si Dios ya nos dio el mas grande “Sí” de todos los tiempos? Sí te va a salvar; Sí te sustentará; Sí estará contigo siempre. Amén; proclámalo.
Y al mismo tiempo, Jesús es el “Sí” de nosotros para Dios. Sin Jesús, no tenemos nada que pueda asombrar a Dios. Pero puesto que Jesús es nuestra redención y nuestra justificación, podemos estar seguros que somos aceptables para Dios. En Cristo “Si” somos aroma fragante delante del Padre celestial. En Cristo, nuestras ofrendas “Si” son recibidas con agrado en el cielo. Jesucristo es el centro de nuestras relaciones con Dios.
Es cierto que muchas veces seguimos dudando o vacilando, pero por favor, no dejes que te agobie la culpabilidad en este aspecto. No dejes que te asfixie el pensamiento de que eres voluble o incapaz, porque lo que en verdad importa es que Dios ya te ha dicho “Sí ” por medio de Cristo; y por medio de Cristo, tu ya le has dicho “Sí y amén” a Dios. Ese es el “Sí” que realmente cuenta.